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viernes, 23 de mayo de 2008

LA CAPACIDAD DE ADMIRACIÓN E INTERROGACIÓN EN LA EXISTENCIA DEL HOMBRE

A sabiendas de que la actividad por antonomasia del hombre es pensar y con ese pensar, trascender su entorno, puedo afirmar que, si el hombre carece de la capacidad de admiración e interrogación no podría realizar su actividad intelectual. Para poder realizar a plenitud esta actividad debemos puelirizarnos, es decir, tomar la actitud infantil. Debemos problematizar nuestro entorno y plantarnos con sentido de curiosidad como lo hace un niño que empieza a conocer el mundo. De esta manera podemos vislumbrar cosas que la mayoría de la gente no ve.

La capacidad de admiración e interrogación es estrictamente necesaria para llevar a cabo la actividad de filosofar. Un filósofo que todo le resulte fácil de entender y que le resulte obvio nunca podría filosofar, por lo tanto no podría llamarse filósofo. “A los que no lo tienen todo claro” es la dedicatoria en el libro Las preguntas de la vida de Fernando Savater. Éste filósofo español nos informa de antemano que su libro no es un manual de soluciones, sino, un libro problematizador, dedicado a los que todo no les parece obvio y titulado con el sustantivo de interrogación: preguntas.

En las demás actividades humanas si no hay una capacidad de admiración e interrogación, todo lo tendríamos claro y por ende entramos al facilismo de creer sin razonar hasta llegar a la alienación, bajo los conceptos que nos hacen parecer obvias las cosas, y la rutina; es decir, dogmatizarnos en la cotidianidad. ¿Qué sería de un pintor que no se admirase e interrogase sobre nuevos colores, nuevas técnicas?; ¿Qué sería de un compositor que se encerrara en los mismos sonidos y ritmos, por que cree que todos los contenidos de su materia ya están hechos y predefinidos?

En conclusión, si el hombre pierde la capacidad de admiración no trasciende y sería un animal más, que todo lo hace instintivamente sin preguntarse por qué y para qué.

sábado, 12 de abril de 2008

En busca de una Filosofía Popular

Análisis crítico del contenido filosófico popular en la Danza y la Religión
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Desde la perspectiva donde se conceptualiza el saber filosófico, como un saber radical y sistemático que versa sobre la totalidad de lo existente, podría afirmar, que las manifestaciones de sabiduría popular no tienen contenido filosófico, sino mas bien ideólogico; entendiendo éste, como una concepción del mundo producida por el orden social dado, como una “sombra encubridora y justificadora de los múltiples mecanismos de la dominación social”, en palabras de Eudoro Rodriguez. En este caso, se entiende por dominacion social, el hecho de que las manifestaciones de sabiduría, se muestran como producto de un orden social dominante que aliena y evita en su cotidianidad cualquier surgir de saber filosófico y por tanto sistemático.

Para solucionar este problema, citare a Eudoro Rodriguez: “Si lo ideologico en su manifestación primaria se expresa en un conjunto de ideas y representaciones, este marco espontáneo y explicativo puede muchas veces expresar formas prefilosóficas, que en algunos casos pueden constituir la materia prima de elaboraciones críticas y sistemáticas”. Esto es lo que se denomina “filosofía popular”. En esta posición, es posible hablar de contenido filosófico popular, tomándolo como una “sabiduría” prefilosófica.

Primeramente, analizaré el contenido filosófico popular de las manifestaciones de las danzas folclóricas en mi contexto; luego, analizaré el mismo contenido en las manifestaciones religiosas del mismo contexto regional.

La Danza

Originalmente, las danzas fueron concebidas para servir a rituales o con propósitos religiosos y sociales. Pero en la actualidad, puede ser recreativa, artística, expresa emociones, estados de ánimo o ideas, puede contar una historia, servir a propósitos económicos; o puede ser una experiencia agradable y excitante con un valor meramente estético.

La palabra folclor (proviene del vocablo inglés folklore, creado por William J. Thoms, el cual esta dividido en dos raices, Folk: pueblo y lore: saber) se refiere al conjunto de las tradiciones, creencias y costumbres de las clases populares. Para los folclorólogos, el pueblo es aquel que posee supervivencias de muchos siglos de duración, ya sean auténticas, sin mezcla alguna; o aculturadas, con diversidad de elementos en su conformación.

Los contenidos de sabiduria popular por medio de las danzas folclóricas pueden expresarse de dos formas:

Folclor puro: Se entiende al realizado por cualquier persona o grupo de ellas, de acuerdo con el temperamento e inspiración personal del autor o autores. El placer de su expresion, radica en sus fenomenos creadores de un estado armonioso en el alma, de una impresión estética superior ante la belleza abstracta, arte que da una cosmovisión e identidad al grupo.

Folclor de proyección: Se define proyección folclórica como la expresión de fenómenos folclóricos producidos fuera de su ambiente natural y cultural (en este sentido no se refiere simplemente a un lugar geográfico, sino a una imposibilidad por razones de sincronismo), por obra de cualquier persona o grupo de ellas, determinadas o determinables que se inspiran en la realidad folclórica, cuyo estilo, formas, tipos o caracter trasuntan y reelaboran en sus obras, destinadas al público general, preferentemente urbano, al cual se transmiten por medios técnicos, mecanicos e institucionalizados, propios de la civilizacion en vigencia, manifestandose ya en el plano de la creación artística, que podria dar una identidad a la región, asi sea anacrónico pensar en esas prácticas.

La danza folclórica ha evolucionado, de ser concebida a servir a rituales y magia, paso a ser una experiencia agradable y excitante. En la región la concepción de la danza como folclor puro no existe. Los creadores y especialistas modernos de la danza en la región, solo la definen, en su mayoría, como una forma de manifestar algun hecho histórico aislado; de ninguna manera la ven como una expresión del arte en su más perfecta forma de belleza. Prueba de ello, se observa en la deplorable sincronización de los bailarines, no solo física, sino espiritual, respecto al motivo de danzar antaño; en lo demasiado llamativo de sus trajes, con el sólo sentido comercial: llamar la atención, y por lo tanto, no son fieles al hecho histórico que expresan; además, nos hacen preguntar ¿acaso mis antepasados vestían tan ridículos?

En la región, la danza sólo es concebida casi como folclor de proyección, digo casi, por que en el plano de la creación artística, la mediocridad es la directriz; además, la proyección folclórica es tanto mas trascendente, cuanto mas se afirme en el hecho folclórico, respetando su plataforma de sustentación, pues tratándose de una recreación, ella compromete al bailarín o al coreógrafo, a no deformar inescrupulosamente el hecho que toma. Esta situación no es culpa directa de los integrantes de los grupos de danzas, que en su mayoría, solo ven en ella como algo agradable, excitante, para ser vistos, o como práctica para salir a las discotecas. El problema de esta concepción de la danza, radica en la ignorancia de los directores de los grupos de danza, que desconocen la sabiduría histórica del pueblo inherente en la danza, y su contenido filosófico popular, que son inoculados a traves de las generaciones por su valor cultural, que identifican la vida social, material y económica de una comunidad.

La Religión

La religión parece haber nacido de la búsqueda del hombre para encontrar un sentido y un fin últimos a la existencia, búsqueda que suele girar en torno a la creencia en un ser, o seres sobrenaturales.

Varios aspectos diferentes en la mayoría de las religiones son: fe, culto, comunidad, credo y código. La fe es el aspecto interno de la religión, lo que la gente cree, sus sentimientos de admiración y reverencia, la oración de los individuos, etc. El culto es todo aquello comprendido por la veneración, a saber, las las construcciones, las imágenes, los rituales, las canciones sacras, las reuniones en comunidad y otros. La comunidad es el aspecto social de las religiones, es decir, los creyentes, los monjes, las monjas, los padres, etc. El credo incluye todas las creencias e ideas de la religión como un todo. Incluye las escrituras, las ideas sobre Dios, los ángeles, el cielo, el infierno y la salvación.

Estos aspectos dan a los creyentes en la región, una “seguridad” frente a lo inexplicable que les permite continuar con su cotidianidad. Aunque en la región, cierta cantidad de gente acude a la iglesia, la mayoría aún confiesa "creer en Dios"; inclusive, una gran parte de la comunidad tiene una concepción deísta. Tal vez esto señala no un declive de la religiosidad, sino un cambio en los modelos que esta religiosidad adopta.

Un ejemplo de esto es el aumento significativo de nuevos movimientos religiosos en la región. Esto es debido a que muchas otras religiones o sectas, atraen a nuevos seguidores en una época rápidamente cambiante, con el anzuelo de la música moderna por ejemplo. A pesar, que la gente llega a sentirse decepcionada por las religiones tradicionales, mucha gente conserva una religiosidad elemental que les da una cosmovisión (que no es problematizada y facilita a la vez una alienación dentro de lo cotidiano) acerca de lo que fue, es y podría ser la unidad de la totalidad en cuanto existe.

A consecuencia del individualismo en la región, se impone hoy en día la dimensión privada y subjetiva, el triunfo de lo emocional y afectivo. Por ello, las creencias tradicionales y, en general, los sistemas religiosos han entrado en crisis. Los derechos individuales frente a la autoridad religiosa, han tenido como consecuencia el debilitamiento del terreno institucional religioso.

En estos tiempos, las religiones del contexto regional se han reducido a un papel significativo: su capacidad simbólica, su capacidad de integración y posibilidad de promoción de valores; que permiten “escapar” de lo cotidiano. Aunque, el hombre religioso de la región, en su gran mayoría, solo ve la religión como un muro de lamentaciones donde derramar las vicisitudes, de las cuales, lo cotidiano es su hipóstasis; esto, y el temor a no ser salvados o a un castigo divino, es en realidad lo que en la actualidad suscita un poco de movimiento en el hombre religado de la comunidad en los quehaceres religiosos.

¿Qué hay de la filosofía popular?

En este contexto regional, la filosofía popular pseudo-desmistificadora, inherente en las manifestaciones de sabiduría popular actuales, que interpreta al hombre desde el mismo lugar donde él se encuentra: perdido en el mundo exterior; nos muestra simplemente que hemos olvidado las tradiciones que daban sentido a lo social y a la totalidad de una manera mas razonable.

Los contenidos de filosofía popular, inherentes en sus comienzos en todas las manifestaciones de sabiduría del pueblo; en la actualidad, parecen haber sido olvidadas. Estas manifestaciones ya no tienen el mismo significado de antaño. Parece ser que la función de estas manifestaciones de sabiduría popular, que unificaban una cultura a darle identidad, nombre y continuidad; fueron trasladadas a las simples relaciones de producción en pos de lo económico, político, intereses creados, etc.. El hombre de la región, específicamente en Aguachica, por su multiculturalidad y aculturidad, fue y sigue siendo, en perspectiva antropológica, un hombre sin identidad.
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YAMID SÁNCHEZ

miércoles, 2 de abril de 2008

Filosofía y Educación

Un problema grave en la educación actual, es pensar que los problemas pedagógicos son sólo metodológicos; desconociendo, a la vez, su inserción en la realidad social. La cotidianidad dentro del contexto educativo, su aspecto reiterativo y el control ideológico impuesto por algún sistema social, son las principales causas de este problema.

Cada sociedad le ha dado a la educación una serie de funciones particulares y ha querido plasmar su dinámica cultural. En esta posición, la educación tiene la función reproductiva del sistema social, donde se trata de inculcar y perpetuar un orden social. Al respecto dice Emile Durkheim: “La sociedad no puede vivir a menos que exista, entre sus miembros una suficiente homogeneidad; la educación perpetúa y refuerza esa homogeneidad fijando por adelantado en el alma del niño las similitudes esenciales que reclama la vida colectiva”. Al ser la educación una educación cultural, en América Latina, en su dimensión humana sin identidad, existe un problema grave de qué enseñar y qué perpetuar.

Teniendo en cuenta esto, se puede afirmar que la filosofía en la práctica pedagógica supone tener un conocimiento del hombre específico en el contexto social determinado, y una visión crítica en el método pedagógico. Al respecto afirma Eudoro Rodríguez: “Toda práctica educativa en sí misma supone e implica una serie de presupuestos filosóficos que hacen referencia al problema de la cultura, a una visión determinada del hombre, de los valores y de una doctrina específica del conocimiento, incluso una epistemología de la educación”.

Educar, además de ser un problema tecnológico, es un problema filosófico. La insuficiencia científica abre el camino necesariamente al mundo de la reflexión, de la clarificación y de la crítica, al ámbito de los fines y valores de la educación como sugiere Enrique Gervilla: “sin Filosofía de la educación queda sin respuesta, al menos de modo explícito, cuanto afecta a la reflexión, a la crítica, al fundamento, a los fines y valores. Interrogantes tales como: ¿Qué elegir? ¿Es posible educar sin modelo último de referencia? ¿Por qué un modelo y no otro? ¿Quién decide y quién debe decidir? ¿Se debe imponer al educando una opción contra su voluntad? ¿Deben los políticos imponer su modelo ideológico porque gozan de mayoría? ¿Qué dimensiones humanas hemos de educar? ¿Cómo debe ser ejercida la autoridad del maestro? ¿Quiénes han de educar? ¿Es posible justificar cuál es la mejor educación? ¿Es posible la neutralidad? ¿Son indiferentes los medios?...”

Concebir, pues, la educación al margen de la Filosofía es hoy más que nunca un error, ya que sería un saber desorientado, carente de crítica ante la pluralidad, irreflexivo y poseído.

Filosofía y Educación, Filosofía y Pedagogía es equivalente a Filosofía y el acto de enseñar, Filosofía y la ciencia de la educación (Como enseñar). Entendiendo la filosofía como saber totalizante y transformador, la función de ésta, relacionada con estos dos ámbitos, ha de dar respuesta a: qué es la educación, qué hombre educar, como educar y para qué educar.

La función de la Filosofía y su relación con las ciencias en general y la política

Para poder plantear la tarea y función de algún fenómeno, debemos de antemano conceptualizarlo y partir del concepto para encontrar su tarea o función.

La filosofía en su historia siempre se ha mostrado como problemática y paradójica. Eso hace difícil nuestra tarea de conceptualizarla y por lo tanto debemos buscar características comunes a aquello tan problemático como lo es la filosofía para poder darle una definición.

Aristóteles define a la filosofía como un “discurso lógico, sistemático y totalizante sobre la realidad a partir de la esencia misma de las cosas”. Para lograr este discurso debemos tener entonces un saber sobre la totalidad de lo existente.

En Kant surge el giro copernicano donde la filosofía ya no es un discurso sobre la totalidad, sino un discurso sobre el discurso científico, para determinar sus condiciones de verdad y validez. Para este filósofo la pregunta por el hombre resume las preguntas de la filosofía, ya que la única manera de llegar a la realidad es a través de nosotros mismos. Entonces: ¿Qué hay de lo incognoscible? ¿Dios? ¿La realidad natural en otros mundos que según los físicos teóricos modernos podría ser bajo otras leyes físicas y que es imposible conocer? ¿Lo que se sabe que puede existir pero no tenemos certeza de si existe o no, al no haber un método para conocerlo como los milagros, las apariciones, la vida inteligente en otros mundos, en general los fenómenos inexplicables? En resumen: ¿lo que no estamos en potencia de poder descubrir no es parte de la totalidad porque sencillamente no es humano? Entonces en la explicación de Kant: ¿solo lo humano es lo total?

En definiciones enfocadas sobre el quehacer en pos del desarrollo humano, Hegel define filosofía como conciencia conceptual de la época, Hurssel define al filósofo como “funcionario de la humanidad”; como igualmente, antaño Sócrates se constituyó como la conciencia crítica de su sociedad.

Bertrand Russell define filosofía como la zona donde ya no se puede conocer por medio de los métodos de las ciencias especiales o que no es ni puede ser tratada por la teología. Aquí vemos un concepto sobre la filosofía que le da autonomía en su método y desbanca la concepción positivista de la filosofía.

En el trasfondo de todas estas definiciones hay un punto en común con el cual podemos en síntesis definir filosofía y plantear de allí su tarea o función: “La filosofía es un saber radical y sistemático, que versa sobre la totalidad de lo existente, del hombre y las cosas, y ello marca su punto de diferencia con el conocimiento de las ciencias particulares”.

Al analizar la historia de la filosofía podemos sintetizar sus tareas y funciones. Sí, son varias las tareas y funciones de la filosofía debido a que el quehacer filosófico es abundante y no puede reducirse a una tarea o función, porque su enfoque que es la totalidad de lo existente, tiene varios puntos de vista dependiendo del sistema filosófico.

Las tareas y funciones de la filosofía son:

1. Conceptualizar todo en cuanto existe desde un punto de vista de la totalidad.
2. Autoliberarnos y autorrealizarnos al trascender de lo cotidiano (Que constituye la base para iniciarse en la praxis filosófica)
3. Transformar la totalidad de la realidad


La relación de la filosofía con las ciencias en general ha sido histórica, la filosofía en la antigüedad se constituyó como la totalidad de los saberes especialmente desde Aristóteles. Desde que las ciencias particulares históricamente ya no se pudieron ver desde un punto de vista total sino desde un punto de vista específico, las ciencias se fueron desligando de la filosofía. Es decir, desde que la biología no se pudo estudiar teniendo en cuenta todo lo existente debido a su especialización y a sus cantidades ingentes de conocimiento en su especificidad; ya no podría ser parte de la filosofía cuyo tema central es la totalidad de lo existente.

La filosofía en la actualidad, en relación con las ciencias y bajo un enfoque positivista, podríamos verla como esa vieja mujer desgarrada y que ya le queda poca tarea en la realidad. Por ello, con la filosofía de Comte, el objeto de la filosofía se ve reducida al análisis del hecho científico, en otras palabras, se reduce a una epistemología.

Esto podríamos replicarlo con la relación filosofía-ciencia que define Mario Bunge: la filosofía no solo debe reducirse a una teoría de las ciencias, a una epistemología que solo deba interesarse por la estructura lógica de las teorías acabadas, sino también a su metodología.
A tal punto a llegado la absolutización del conocimiento científico que muchos consideran a la filosofía como una ideología sin razón de ser, que es anacrónico hablar de filosofía, hasta el punto de que la función de fundamentar el hecho científico tiende hoy a remitirse en el interior de cada ciencia.

Los métodos y la ciencia no deben ser fines en sí mismos, por que al desenfocar la tarea de la filosofía en relación con la ciencia, surgen las ideologías que absolutizan los alcances del conocimiento científico, suscitando factores que alienan al hombre. Por lo tanto, la ciencia en relación con la filosofía humanista se convierte en un medio para la humanización del hombre.

La relación de la filosofía con la política, se basa en la función de la filosofía como transformadora de la realidad, en este caso sería como transformadora de lo social.

Desde los griegos se inició el estudio de la política pero desde un horizonte ético y metafísico con una visión práctica de la política en su vida comunitaria. Desde el punto de vista del realismo – o visión maquiavélica - la actividad política cambió, se volvió autónoma y solo se refiere a la consecución y mantención de las estructuras de poder. Este es el punto de vista de las políticas actuales en el país, donde solo importa como obtener y mantener el poder; y, la política como humanismo es desechada. En el realismo positivista solo importa el análisis del ser social, de las estructuras de poder y que no implican para nada al campo filosófico como horizonte metafísico, ético y de valores. En el realismo marxista la política no sería más que el reflejo del proceso económico, expresada a través de ideologías referidas a la praxis, cuyo problema central sería el Estado y el problema del poder.

El realismo político es la política de la fuerza, la política actual. Solo desde la filosofía con una visión crítica y una inculcación de valores se puede montar un camino en pos de la alteridad, donde la praxis política no solo se interese en el poder, sino como mediación en función del hombre como fin y en el desarrollo social.